Eduardo Bonnín
Viví
mi cursillo de cristiandad hace algunos años en Rancagua. Alguien
muy cercano, unos cuñados, hicieron esta invitación, mejor dicho
fueron ellos los instrumentos del Señor.
No
sabía a lo que iba, pensaba que era un retiro más, de los varios
que había concurrido pero, cuán grande sería mi sorpresa al
encontrarme con un gran número de hombres que querían conocer al
Jesús. (era un buen grupo)
Fuero
días intensos y muy aprovechados, es como hacer un alto en el camino
para reflexionar: de mi vida, mi fe, mi familia. Ver y conocer a
varios con su vivencia del cómo les llamó el Señor y como llegó
Cristo a sus vidas, fue de verdad maravilloso y muy sorprendente. El
testimonio enseña más que cualquier cosa.
Me
sirvió para dar el puntapié inicial al Diaconado Permanente y por
supuesto para varias maravillas en mi vida. Hoy mi trabajo se centra
en Cristo y en mi comunidad.
Durante
un tiempo, compartimos algunos años junto a otros matrimonios, en
nuestro grupo de amistad todo ello para tener la necesaria
perseverancia. Ahora, que no la tengo, entiendo que me hace falta ya
que, sin duda, es un buen método para seguir y continuar apoyándonos
unos a otros.
Debo
contarles también que nos sirvió mucho en mi matrimonio, en el
compartir juntos y con otras parejas de los cuales trabajan en mi
comunidad cada uno aportando algo de lo mucho que logramos descifrar
en un cursillo de cristiandad.
Gracias
por este regalo, por vivir esta experiencia tan hermosa y decidora
para mi vida, para nuestras vidas pues involucra a mucha gente.
les
saludo fraternalmente, -”de colores hermanos”
SEGUNDO
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