domingo, 3 de marzo de 2013

40- * Vivencias de precursillar y sufrir- "MCC 50 años!"






Que complicado es hablar de Dios a los hombres, despertar ésta ansias de cielo. Muchas veces- aunque no quiera- me parece “predicar en el desierto” pero de repente me sorprendo que el desierto también florece….que esta verdadera y sorprendente hermosura, me hace en seguir insistiendo, en trabajar en el proceso; con una alma que pudiera- con mi trabajo y entrega- mi granito de arena, a descubrir estas maravillas, me podría sentir realmente alegre, porque en algo estoy contribuyendo a este cuerpo místico.

Recuerdo un momento de zozobra, un año con muchas dudas y
desconciertos: todo, aparte de que no es fácil, se complica .
En nuestro grupo de colorinos de Litueche, teníamos un candidato que viajaría a la ciudad de Rancagua –un poco lejos- a vivir su cursillo de cristiandad. Estábamos de verdad entusiasmados, aunque teníamos un solo pescadito nuevo en esa oportunidad, pero decíamos: con uno sólo se mantenía viva la esperanza y las ganas de “dar el gran regalo”.
Pero, había un problema que vino a ensombrecer la partida de nuestro futuro hermano a su lugar de cursillo: el lunes, se produce un paro de camioneros que poco a poco se fue complicando con las autoridades y llegó el triste momento en que se cortaron los caminos, no visualizando ninguna posibilidad de arreglo. Al contrario las medidas de presión se acrecentaron de lado a lado.
 Ya era el día miércoles y al día siguiente sería la partida. Estábamos en nuestra reunión semanal preparando los detalles de todo y con verdadera angustia me preguntan con desesperación: oye, pero qué vamos a hacer?, ¿qué podemos hacer?
-¡Qué difícil momento!  Quisiera haber tenido las respuestas inmediatas y claras, observo que hay una falta de confianza ante la evidencia de que todo se hace más difícil y peleado. Bueno, los años, las ganas de hacer las cosas “y la cancha” logran pronunciar con cierto dejo:-“Rezar no más, no nos queda otra, sigamos adelante con nuestros quehaceres pero redoblando la palanca, el Señor solamente sabe…..”
Decir esto que parece de Perogrullo, en un momento así de verdad cuesta, todo te indica que de que los problemas son graves.
-Sí, pero, como se va a solucionar en un día todo este tremendo conflicto si vá empeorando a cada momento!
Así seguimos, con dudas y miedos, como tranquilizarnos, asegurarnos, como arreglar el entuerto, cómo poder de verdad “allanar los caminos del Señor” de una vez….
Al día siguiente, el jueves, el día de la partida, no hay trazos de arreglo, nervioso escudriño las noticias en internet…pero es casi lo mismo. Nó,  la verdad es peor!
-Señor, lo que tu quieras no más….
Me seguía preocupando, ojalá que pueda ir este profesor de la escuelita de Quelentaro, pienso que él debe estar en las mismas, con la duda y preocupación.
Sigo viendo noticias. Pero a las 13,30 horas se produce una novedad, sale “humo blanco”, se arregla por fin el paro, comienza de inmediato la actividad y los cortes, paulatinamente, se van terminando. Esto sí tienen nombre: es un milagro, no puede ser de otra manera. Nadie podría haberlo pensado así. Estábamos una vez mas sorprendidos.
Me arranco al almuerzo y las 16 horas me voy a la Municipalidad de Litueche donde llegará el profesor en cuestión. Capaz, como sucede a menudo, nos diga que no se atreve a ir con tantas peloteras y dificultades en el camino. Pero, me alegro para mis adentros pues llega tranquilo, listo con su maleta con sus enseres personales, está reposado y tranquilo, y sin preguntarle nada nos apresuramos y lo embarcamos prontamente a Rancagua al cursillo. Parte por fín al encuentro, cuando todos pensamos que no se podría, que se suspendería… que……
¡Señor! -¡Qué manera de mostrarnos tu ternura!- ¡Cómo nos quieres!- Sufrimos harto, nos sentimos tan chicos y disminuidos…pero te tenemos a ti!, ¡Qué más podemos pedir?
Pasan estos tres días, y el domingo en la noche, me encuentro con él. Sorprendido me acerco con harta curiosidad, viéndolo alegre como nunca:
-Gonzalo…..¿cómo te fue con tu cursillo? Aunque la respuesta era evidente y dudoso le agrego ¿ y algunos problemas con este paro?-¿quedaba algún corte en estos 184 kilómetros a Rancagua?
-¿Estuviste como todos nosotros “con el alma en un hilo”?-¿preocupados por este tremendo paro de camioneros?
Me mira, extrañado, diferente, con dudas mirándome a los ojos me dice:

¿Qué paro? -¿Qué cortes? -¿qué pasó?-Sólo sé que estoy feliz, gracias a Dios.Éste sñi que es un regalo grande que me durará toda la vida.

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