Orígen de la Ultreya
42. Esta reunión llamada Ultreya
rompía todos los moldes de las piadosas reuniones de esta época. He aquí como
la describe Forteza, según su manera de ver, en su libro sobre la historia de
Cursillos:
«A medida que los
asistentes van llegando al lugar y hora convenidos. se agrupan espontáneamente
en pequeños núcleos de entre 3 y 6 personas, que deliberadamente se procura que
sean distintas entre sí cada semana, intentando que converjan en el grupo
algunos que ya se conocían y otros que se presentan entonces. Proceden, previa
invocación al Espíritu Santo por cualquiera de ellos, a comunicarse los logros,
las dificultades y los proyectos que cada uno de ellos ha experimentado en su
vida durante la semana, con el mismo esquema que usan en su reunión de grupo,
pero indudablemente de forma menos pormenorizada, en un tiempo total de media
hora. Después todos son convocados al salón conjunto, donde un seglar asume el
papel de rector, como en el Cursillo, y convoca primero al rollista de la
semana, para que exponga cómo es su vida, durante unos 15 o 20 minutos, y
después, a otros 4 o 5 asistentes para que hagan su crítica o comentario al
rollo, en intervenciones que no suelen superar los dos minutos por persona.
Para que un planteamiento tan abierto y vital como éste fuera asumido por la Iglesia, Eduardo y su grupo tuvieron que aceptar entonces que se reservara a un sacerdote otro tiempo significativo de intervención final, para centrar doctrinalmente lo que allí se había hablado...
Después de que el rector comunica las noticias del Movimiento que cree de interés general, y si existe una capilla próxima, se efectúa en ella una «visita sonora» de todos ante el Sagrario» (pág. 44-45).
Para que un planteamiento tan abierto y vital como éste fuera asumido por la Iglesia, Eduardo y su grupo tuvieron que aceptar entonces que se reservara a un sacerdote otro tiempo significativo de intervención final, para centrar doctrinalmente lo que allí se había hablado...
Después de que el rector comunica las noticias del Movimiento que cree de interés general, y si existe una capilla próxima, se efectúa en ella una «visita sonora» de todos ante el Sagrario» (pág. 44-45).
En conclusión, Don Gayá afirmará que «toda Ultreya debe ser a la
vez formativa y experiencial». Lo que nos lleva a hablar ahora de formación.
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