BIENAVENTURADOS LOS MISERICORDIOSOS
Perdón Señor por nuestra dureza de corazón con los necesitados.
Porque no te descubrimos en el que sufre.
Por nuestra insensibilidad ante el dolor ajeno.
Por nuestra hipócrita resignación ante el mal del mundo.
Por nuestro egoísmo a la hora de ofrecer nuestro tiempo, interés y trabajo.
Por la falta de comprensión.
Por no sufrir con paciencia la flaqueza del prójimo.
Las bienaventuranzas no son sólo promesas para esperar, son todo un programa de vida para reformar esta tierra. Si por un día todos los hombres fuéramos pobres de espíritu, mansos de corazón, pacíficos, misericordiosos, limpios de corazón, podríamos traer el cielo a la tierra. Es cierto que el Señor permite el mal en nuestras sociedades, la desorientación y las injusticias, pero no podemos olvidar que si lo permite, es porque está seguro de obtener de todo ello un bien mayor.
No hay comentarios:
Publicar un comentario