lunes, 25 de marzo de 2013

-Eres TÚ Señor que entras...

 

ERES TÚ, SEÑOR, QUE ENTRAS
A lomos de un asnillo, humildemente
y sin más pretensión que cumplir
la voluntad de Aquel que te sostiene.
Para celebrar tu pasión, muerte y resurrección
y, sufrir, llorar y morir
para que no lo hagamos por siempre nosotros.
 
ERES TÚ, SEÑOR, QUE ENTRAS
Rodeado de música y de salmos
con palmas en las manos, vítores y aclamaciones
Porque, tus horas tristes, aunque sean grandes
hoy son anunciadas y publicadas de esta manera:
Siervo, entre los siervos
Pobre, entre los más pobres
Obediente, has la muerte
Dócil, en el camino hacia el madero.
Fuerte, ante la debilidad de los que te rodean.
 
ERES TÚ, SEÑOR, QUE ENTRAS
Sales al escenario de la Jerusalén
La ciudad que hoy te aclama
y, la urbe, que mañana te dará la espalda
La ciudad que hoy te bendice
y, el bullicio que mañana gritará: ¡crucifícale!
Avanzas por esa ciudad, Jerusalén,
que son las calles por las que nosotros caminamos:
encrucijadas de falsedades y de engaños
de verdades a medias que son grandes mentiras
de amistades y de traiciones
de fidelidades y de deserciones
de amigos que compran y se venden.
 
ERES TÚ, SEÑOR, QUE ENTRAS
Porque sabes que, para ganar,
hay que saber perder
Porque con tu entrada triunfal en Jerusalén
nos invitas a dejarnos enterrar
para que en un amanecer despertemos a la eternidad.
Porque, al ascender por nuestras calles
nos muestras que, en la cruz que te espera,
se encuentra multitud de respuestas
ante tantos interrogantes del hombre.

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