El contacto era inevitable. El compromiso también, entonces nos juntamos a la distancia para conocer la historias de sus vidas. Ella menudita, bonita e inteligente, risueña, y con esos bellos lentes, él caballero alto, servicial y perfumadito. Era un encuentro imaginado. Entre manualidades y la pesca se desarrolla el amor que sigue creciendo con fe y más esperanzas.
Nos unimos a sus proyectos, la nueva familia; con oración, buenas acciones, entregas, un permanente trabajo de un amor para toda la vida. Que el Sagrado Corazón les una e ilumine para siempre.
Sus amigos de la Parroquia Nuestra Señora de El Carmen, Rancagua
FELICIDADES
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