OREMOS POR NUESTROS DIRIGENTES…..
No es fácil dirigir los grupos humanos. Somos todos diferentes y es muy difícil buscar armonías y acuerdos los cuales se logran, solamente cuando dejamos nuestras propias interpretaciones y egoísmos, y sobrepasamos esa mirada hacia un mejor horizonte que nos da el pensar en el bien común, que es la única forma de equilibrar nuestras personales ideas y pasiones que a veces humanamente nos ciegan.
Imagínense las dificultades que debemos enfrentar en los temas propios de la vida laboral, en el ambiente deportivo, en el trabajo, en la universidad o en el colegio, o la fábrica, en la familia. ¡Y curiosamente, hasta en la Comunidad de Iglesia!
¡Por eso que no debemos dejarnos de atemorizar cuando vemos que la marea sube inconteniblemente en nuestras administraciones y servicios!
Es allí cuando debemos esforzarnos para comprender que en nuestras vidas de hombres y mujeres, unidos por ese sentimiento común que nace del llamado interior y que nos obligan permanentemente a recordarnos de un personal encuentro con Jesús, unidos en los ideales más hermosos y superiores del cristianismo, tengamos también en distintas circunstancias, problemas de convivencia, de fraternidad, de entendimiento, de celos pastorales excesivos y de prejuicios.
¡¡Cómo no va a ser difícil dirigir grupos de personas, que aun cuando tengan sentimientos comunes de amor o de vivencias, se sienten muchas veces tentadas a ser floreros centrales por las que además de pensar diferentes son tan distintas y que quieren servir de distinta manera a sus propios y mezquinos intereses!!
Los planes terrenales a veces parecen ser demasiado importantes y nos enfrascamos en el cumplimiento de las obligaciones del diario vivir, y olvidamos que las únicas prioridades importantes son las que establece la voluntad del Señor en nuestras vidas.
Hoy estamos llenos de vitalidad, con deseos, con fuerza, prestos para el servicio, listos para el trabajo, entusiasmados por el viaje de “Semana Santa”, o preparando la celebración de la Semana Mayor en nuestras comunidades, cada cual tiene sus propios afanes y en eso cada cual ejerce su capacidad de decisión como el mejor regalo de Dios y que es el libre albedrío.
Hoy, de verdad, ¡SÍ! Estamos, presentes en vida; fuertes, soñadores, cultos o incultos, estudiosos y audaces, felices o tristes.
”Aquí estoy Señor, para hacer tu voluntad”…. …..
Pero mañana ¡no!
Hoy creemos que somos importantes, pero mañana, en la partida, quizás ni nos recuerden y naturalmente haya como en toda época, otras prioridades, por lo tanto debemos asumir que al igual que la Salvación ante el Señor, que es Individual y personal, nos enfrentaremos al juicio divino en absoluta soledad, aun cuando quisimos marchar en “racimos”, o en “patotas”, el momento de la verdad final es solo frente a Dios, con nuestro propio libro de la vida, con buenas o no muy buenas obras. Allí en ese tribunal, no tendremos opción de defensa o justificación, pues allí, en los archivos de cada cual, está todo escrito, todo lo que fuimos, lo que somos o lo que priorizamos en nuestra existencia.
Debemos siempre entender que la debilidad humana siempre será nuestro peor enemigo, tendremos siempre algo que nos dobla la voluntad y nos hace perder la humildad: eso es la soberbia y el orgullo. Nuestra propias reglas nos engañan, aplicarlas nos hace sentirnos “justos” o “ecuánimes” pero claro está, que a veces no es la mejor medicina para nuestras acciones, y con frecuencia debemos asumir que “nos equivocamos”.
De modo que, a mi juicio, la mejor forma de orientar la vida por los mejores caminos, es siempre escuchar a los demás, aprender de los demás, y creer que ellos, los demás, siempre tienen algo que nos pueden enseñar y ayudar a comprender.
Cuando hablamos de fraternidad, de compromiso, de amor, de entrega de unión de comunión, de hermandad, ¡¡DE COLORES!!, no cabe ni una duda que todo esos valores nos llevan a una entrega incondicional al otro, a pensar siempre en el otro, a sufrir por él o los “otros” y a vivir apoyando en lo que se pueda al otro. Ese “otro” es el prójimo, que vive tan cerca, que convive tan cerca, y que sentimos tan cerca, pero que a veces la percepción nos hace sentir que está muy lejos.
Cuando a veces los caminos nos llevan por distintos segmentos, por la vida misma, por las preocupaciones, por los trabajos, por las circunstancias, seguimos siendo parte de los otros, y no debemos nuca desconocer que tan importantes son ellos para nosotros o nosotros para ellos, pues nos criamos en ese espíritu de hermandad cristiana que nunca debe, a pesar de las circunstancias “temporales” morir.
Hoy debemos inclinar la cabeza. Es el tiempo que nos regala la Liturgia en este último Viernes de Cuaresma. El próximo que se avecina, arrastraremos los pies cansados y sudorosos del mismo Cristo que nos llevará por el Vía Crucis a su muerte, y llevaremos las cruces negras de nuestros pecados por las calles y avenidas de la ciudad, en medio de las indiferencias, de las ausencias, de mofas y de burlas, porque sabemos que el Cristo de hoy, sigue siendo el de dos mil años atrás y seguirá ese camino azotado, vilipendiado y ofendido en nuestras propias narices, y solo su amor nos podrá dar las fuerzas para vivir esos instantes de reconocimiento, aunque todos estén disfrutando de sus propios momentos en medio de los vicios y enfermedades de las vanidades del mundo.
En medio de todas estas reflexiones, que son de la vida misma, no podemos olvidar lo que comenzamos a decir en el inicio de esta nota: “No es fácil dirigir los grupos humanos”, a lo cual le agrego como corolario personal: “Sobretodo los de Iglesia….”
Y en tal sentido, debemos con humildad juntar las manos, y ORAR, por nuestros dirigentes, todos nuestros líderes espirituales, los que trabajan en el Secretariado, los que se esfuerzan en las Escuelas, lois que están en los Equipos, los que corren con el agua o las galletas y su incansable y permanente espíritu de servicio, los que estuvieron largas noches en medio de sus obligaciones de trabajo o de cuidado de sus seres queridos enfermos, preparando el “tema”, entre medio de cáscaras de papa o sopas hirvientes estudiando o practicando el rollo, o mirando las pautas, las canciones, el esquema, sentados frente a computador buscando las imágenes para ayudarse en la exposición y hacernos entender lo que en su mensaje tanto anhelan. Tenemos que orar por esos dirigentes hombre y mujeres, que quisieran dar el gusto a todos para que nunca nadie les apunte con el dedo o malamente e injustamente les “critiquen”, tenemos que inclinar nuestras cabezas al Señor de la Vida para que les regale fuerza, paciencia, comprensión. ¡¡Nunca herir!! con nuestras palabras, quizás mostrar las verdades equivocadas con dulzura, pero sin ofender ni denostar, pues todos los que sirven a la “causa” del Señor en la ingratitud de los puestos y misiones que se les asignan, también renuncian a su comodidad, a sus propios intereses, porque quizás este “fin de semana” querían dormir hasta tarde, pero está la reunión de equipo, debe llevar el pan, pasar a comprar el té, conseguirse el azúcar y tener “a mano “ la llave de la sala de la Parroquia o la Capilla después de haber ido a rogar al Curita (pasando primero por la “Secretaria”, (que no es “Cursillista”), para que les prestara esa sala de reunión por este fin de semana, o porque muchos y muchas dijeron: “Al fin tendremos tiempo para compartir con la familia”, pero está primero el trabajo de los próximos cursillos,
Entonces debemos orar, pedir perdón por nuestra soberbia, ser humildes de verdad, y permitir que los otros “sean”, aunque no sea a ”nuestra manera”, que traten de ser o tratemos de ser todos: “A la manera de Cristo”, para vivir de verdad este “Cuarto Día” de la vida en armonía, en alegría, en perdón, en emoción en sentimiento.
Si alguien parte inesperadamente del camino de la vida, debemos estar allí. Si alguien se detiene, debemos estar allí. Si alguien se enferma, debemos estar allí, y nadie, pero nadie puede abstraerse del sentido comunitario de una hermandad cristiana que nos une desde hoy y hasta siempre y que nos hermana en las tristezas, en las alegrías, en el regocijo o el dolor.
Dirigir personas , necesita muchas veces tomar decisiones, buenas o malas pero decisiones, y en eso debemos confiar que siempre las buenas o malas decisiones son eso DECISIONES, y por eso que el Cristianismo no debe detenerse en estos tiempos, debe seguir, perpetuarse, pues vendrá cualquier tarde o mañana el Señor, en esas horas menos pensadas a buscarnos, a retirarnos de la circulación y a decirnos: “Hasta aquí no más llegamos”, y entonces debemos irnos en la paz y la generosidad que todo lo que tratamos de hacer, con aciertos y errores, lo intentamos hacer bien, y allí estará el premio a esa recompensa que Dios nos exige, nos preguntará y examinará, y que hoy en nuestras alas y corazones generosamente nos alienta.
Oremos por quienes llevan en sus hombros el peso de ser los que “mueven”, los que sufren, los que anhelan, sin ellos estaríamos como solitarias barcas a la deriva en los mares de las incertidumbres y soledades.
Oremos por ellos, por que parecen ser fuertes, pero tienen grandes debilidades, nuestros amados y esforzados DIRIGENTES.
Amén.
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