Confesarse es una responsabilidad ineludible para el católico
"Recibid al Espíritu Santo. A quienes perdonen los pecados, les serán perdonados; a quienes se los retengan, les quedarán retenidos" (Jn. 20, 22-23). Es el texto del mandato dado por Jesús a sus apóstoles; mismo que, junto a otros textos de la Sagrada Escritura (cfr. Lc. 10, 27; Mt. 5, 1-11; Lc. 15, 7; Jn. 8,1-11; Lc.19, 1-10; Lc. 7, 36-49; Lc. 23, 39-43; 1 Corintios 11, 28-29/ por citar algunos), han sido base para una reflexión posterior de la Iglesia.
Al respecto, el sacramento ‘de la Penitencia y de la Reconciliación’, la ‘Confesión’, debe su desarrollo doctrinal al aporte de la Teología Moral, la Dogmática, el Derecho Canónico y que por cierto recoge el Catecismo de la Iglesia Católica.
Confesarse es una responsabilidad de cada creyente. Sobre esta obligatoriedad ejercida desde el libre albedrío, el Catecismo advierte en el nr. 1457 que "todo fiel llegado a la edad del uso de razón debe confesar, al menos una vez al año, sus pecados graves". Pero matiza y advierte: "Quien tenga conciencia de hallarse en pecado grave que no comulgue el Cuerpo del Señor sin acudir antes a la confesión sacramental"; aunque permite que se postergue la Confesión si se cumple lo siguiente: "a no ser que concurra un motivo grave y no haya posibilidad de confesarse; y, en este caso, tenga presente que está obligado a hacer un acto de contrición perfecta, que incluye el propósito de confesarse cuanto antes".
El Catecismo enseña y alienta a que los creyentes se confiesen con frecuencia. Lo deja en claro el nr. 1458: "Sin ser estrictamente necesaria, la confesión de los pecados veniales, sin embargo, se recomienda vivamente por la Iglesia. En efecto, la confesión habitual de los pecados veniales ayuda a formar la conciencia, a luchar contra las malas inclinaciones, a dejarse curar por Cristo, a progresar en la vida del Espíritu. Cuando se recibe con frecuencia, mediante este sacramento, el don de la misericordia del Padre, el creyente se ve impulsado a ser él también misericordioso".
Fuente: PORTALUZ
Tarea Mcc 2019-La reconciliación en nuestros dias.
Desarrollo en Escuelas de formación Mcc
"Recibid al Espíritu Santo. A quienes perdonen los pecados, les serán perdonados; a quienes se los retengan, les quedarán retenidos" (Jn. 20, 22-23). Es el texto del mandato dado por Jesús a sus apóstoles; mismo que, junto a otros textos de la Sagrada Escritura (cfr. Lc. 10, 27; Mt. 5, 1-11; Lc. 15, 7; Jn. 8,1-11; Lc.19, 1-10; Lc. 7, 36-49; Lc. 23, 39-43; 1 Corintios 11, 28-29/ por citar algunos), han sido base para una reflexión posterior de la Iglesia.
Al respecto, el sacramento ‘de la Penitencia y de la Reconciliación’, la ‘Confesión’, debe su desarrollo doctrinal al aporte de la Teología Moral, la Dogmática, el Derecho Canónico y que por cierto recoge el Catecismo de la Iglesia Católica.
Confesarse es una responsabilidad de cada creyente. Sobre esta obligatoriedad ejercida desde el libre albedrío, el Catecismo advierte en el nr. 1457 que "todo fiel llegado a la edad del uso de razón debe confesar, al menos una vez al año, sus pecados graves". Pero matiza y advierte: "Quien tenga conciencia de hallarse en pecado grave que no comulgue el Cuerpo del Señor sin acudir antes a la confesión sacramental"; aunque permite que se postergue la Confesión si se cumple lo siguiente: "a no ser que concurra un motivo grave y no haya posibilidad de confesarse; y, en este caso, tenga presente que está obligado a hacer un acto de contrición perfecta, que incluye el propósito de confesarse cuanto antes".
El Catecismo enseña y alienta a que los creyentes se confiesen con frecuencia. Lo deja en claro el nr. 1458: "Sin ser estrictamente necesaria, la confesión de los pecados veniales, sin embargo, se recomienda vivamente por la Iglesia. En efecto, la confesión habitual de los pecados veniales ayuda a formar la conciencia, a luchar contra las malas inclinaciones, a dejarse curar por Cristo, a progresar en la vida del Espíritu. Cuando se recibe con frecuencia, mediante este sacramento, el don de la misericordia del Padre, el creyente se ve impulsado a ser él también misericordioso".
Fuente: PORTALUZ
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