Quiero empezar a contar mi historia en Cursillo, para que
quede registrada como un lindo recuerdo que viví un jueves 29-06-1989 al domingo 02-07-1989, en el cursillo N° 13 de
hombres, en San Francisco de Mostazal.
Mi cursillo fue inquietante, me fui muy preocupado ya que no
sabía lo que me esperaría en este retiro espiritual, ya que me costó 10 años de
Precursillo para poder ir a vivirlo.
Me costó porque yo no era un hombre de oración, menos de
misa dominical, me cargaba ir a misa porque lo hacía como obligado y tampoco
vivía la misa como la vivo hoy día.
Tuve varias trancas, pero yo sabía que había muchos
cursillistas que yo no conocía, pero que estaban rezando y palanqueando para
que yo algún día pudiera ir a vivir mi cursillo primario.
Tengo que recordar con mucho cariño a mi padrino Osvaldo
Herrera, que hoy está viviendo el 5° día. Él fue el que nunca bajó los brazos
durante 10 años, rezar y rezar, para que yo pecador pudiera tener la
oportunidad de conocer a mi Señor el Cristo resucitado.
Cuando llegamos la primera noche, yo iba muy pensativo,
porque iba a algo desconocido, pero
después de la charla preliminar, de la cena y todo lo que tiene que ver
con el programa, llegó la hora de ir a dormir. En esa oportunidad se nos dijo
que no habláramos y que debíamos mantener silencio absoluto.
Ahí me vinieron los primeros rollos que me pasé esa noche,
como habían dos camas por pieza y yo estaba solo, pensé esa otra cama es para
el cura que debía venir a CONFESARME y que iba a estar toda la noche
diciéndome, arrepientete, arrepientete. Lo cual no ocurrió gracias a Dios, porque
solamente fueron los rollos que yo mismo me pasé.
Siguió el segundo día, sin mayores problemas y ya estaba menos enrollado, que el primer día.
Los rollos los escuchaba con mucha atención, me impactó mucho mi Rector, que fue el Sr. Fernando Leiva, Nelson Sánchez y Julio Puga eran los Pilares de este cursillo.
Cuando llegó el día sábado había que tomar la decisión de confesarse con algún curita, pero yo tenía poco conocimiento del cómo debería ser la confesión, me preocupó mucho ya que era un hombre muy pecador, distinto a como son las personas que si conocen a Cristo Jesús.
Que son personas buenas, amables, generosas, que hacen buenas obras, que se entregan por los demás, etc.
Dentro de los Curitas que habían en ese cursillo, estaba en Padre Arturo Galaz Díaz y el Padre Mario Sanguinetti, ambos muy buenos curas, el primero ya está en el 5° día y el segundo curita está postrado en el Pueblito de Molina, en el “Hogar el Buen Samaritano” que lo están cuidando unas monjitas.
Tomé la decisión de confesarme con el Padre Mario Sanguinetti, porque pensé este curita me conoce menos, no como el Padre Arturo, que de repente me ve en la Iglesia de La Merced.
Más de 20 años, que no me confesaba, y conversamos muy amablemente, cuando llegó la noche de ir a dormir, me acordé que no le había comentado un pecado al Padre Mario Sanguinetti y se me había quedado en el tintero. Voy como a alrededor de la 01 de la madrugada y le golpeo la puerta al Curita y el Padre Mario me dice, quién es, yo le dijo soy yo el Samuel, que quieres hijo mío me dice, Padre sabe se me quedó un pecado en el tintero y se me olvidó contárselo.
El Padre Mario Sanguinetti, amoroso como siempre me dice: “Hijo anda acostarte”, no es necesario que me cuentes toda tu historia o toda tu vida. Dios solamente quiere saber si te has arrepentido de corazón, porque él te ama y ama al pecador.
Porque cuento esta historia, porque fue tan real y creo que muchos de los nuevos cursillistas, deben estar pensando lo mismo que me pasó a mí.
Con el correr del tiempo nunca pensé que algún día iba a dar mi primera píldora, luego mi primero rollo y así sucesivamente, estuve por más de 10 años dando rollos. También integré el secretariado diocesano, mi primero trabajo fue como Tesorero, después como vocalía de Piedad, de estudio, vocalía de centro, hasta participé en muchas Ultreya Nacionales, Asambleas y Encuentros Nacionales.
Hubo una época de oro en Rancagua en que cursillo era muy famoso, y seguía la doctrina de la Iglesia como Cristo siempre ha querido que sea. Porque habían muy buenas personas que lo dirigían. Pero también hubo otra época en que las personas somos las que echamos a perder los caminos del Señor. Y Nadie quería ser el Presidente de Cursillo de la diócesis de Rancagua.
En el año 2003, llegó mi hora de retirarme de mi trabajo después de 34 años en La Mina El Teniente y me dije, llegó mi tiempo de descansar, pero no fue así. El Señor sabe hacer muy las cosas y espera su tiempo para realizarlas.
Hasta que un día me llamó nuestro Pastor Monseñor Alejandro Goic Karmelic, y me dice que me haga cargo del cursillo en la diócesis de Rancagua. Mi primera reacción fue no aceptar, porque para mí era mucha responsabilidad y así se lo hice saber.
Mira Samuel te voy a contar una historia me dice, Yo también tuve mucho miedo cuando me iban a elegir Presidente de la Conferencia Episcopal y me fui donde mi amigo Pedro que tiene 90 años y es mi Padre Confesor y le comenté mi miedo y lo único que me dijo fue: “Alejandro cuando le has dicho que NO al Señor”, y los mismo te digo a ti Samuel: “cuando le has dicho que NO al Señor”.
Hasta ahí nomás llegué y tuve que aceptar el cargo como Dios manda. Con mucho miedo y muchas preocupaciones, porque fue una época de tinieblas en cursillo de Rancagua.
Gracias a Dios también llegó a la Diócesis de Rancagua el Padre Jesús Grañón Martin, que también está viviendo el 5° día, para mí fue mi principal puntal, ya que viajamos por toda la diócesis tratando de motivar a este maravillo movimiento de cursillo de cristiandad.
El mayor centro lo teníamos en San Fernando, pero también por problemas de las personas, San Fernando se empezó a apagar y no hubo caso en tirarlo para arriba, somos nosotros las personas que hacemos mal uso de la doctrina cristiana y los movimientos se van apagando y muriendo de a poco. Después el centro de Machali fue el otro Centro también grande que tuvimos, porque cuando estaba el Padre Jesús Grañón Martin, el mantenía vivo el espíritu de Dios en ese centro.
Hoy día el centro más grande que veo es el de Pichilemu, un lindo centro con gente buena, entregada al trabajo 100% de Dios, cooperadores y ya le están haciendo mucho empeño al segundo cursillo de la costa. Quiera Dios que nunca muera este Centro, porque hay gente muy valiosa, espirituales de corazón. Que no sean las personas que hagan desaparecer a cursillo de cristiandad de esta localidad tan hermosa.
Murió el Padre Jesús Grañón Martin y ese centro también se vino abajo, todo nuevamente pasa por las personas, es decir nadie se hace cargo como debe ser. Será mucha la responsabilidad, como me ocurrió a mí cuando me llamaron a que fuera el Presidente. O serán que tienen muchos compromisos y no quieren comprometerse por una causa más noble, más humana, más cristiana.
Yo no soy nadie para juzgar a nadie, pero cuando Enrique Anguita Marchant, Presidente de este movimiento, en el periodo anterior, tuvo dos periodos como Presidente, me dice: Samuel porque no cuentas tu historia para que quede registrada en nuestro movimiento, me costó escribir lo que estoy escribiendo, pero hoy día me decidí hacerlo y contar todo, para que sirva como registro y como historia, que muchas veces los que hemos sido Presidentes, no la llevamos pelada, hay que moverse y mucho, pero finalmente queda la satisfacción de haber aportado tu granito de arena.
Ahora quiero pasar a otra parte de mi historia, este año mi salud se vio deteriorara y muy grave, los cursillistas de Rancagua, de Pichilemu, Requínoa, de Guagargue, de Machali y todos los cursillistas de la diócesis de Rancagua, estuvieron rezando y haciendo palanca por este humilde servidor de Dios.
No tengo palabras más adecuadas, que dar a gracias a Dios y a todos ustedes porque sé que lo hicieron de todo corazón, esa fuerza espiritual lo sentí tan de cerca que hasta el mismo Dr., que me salvó y me trató en La Clínica Universidad de Los Andes, estaba admirado de mi recuperación.
Cuando desperté de mi operación al corazón, me dice el Dr., Nicolás Veas, lo nombro en esta historia porque muchos años que no veían a un médico de vocación entregado a su trabajo. Como estás me dice: bien Dr., estoy bien, y que me hicieron le pregunto, y me contesta que no te hicimos, te hicimos de todo y le doy las gracias y me dice: Samuel, no me des las gracias a mí solamente dáselas a Dios, porque este tipo de enfermedad que a ti te dio son muy poca las personas que se salvan, pero aquí algo ocurrió y miró hacia el cielo.
Yo sé que todos ustedes estaban detrás mío rezando y palanqueando y de eso estoy muy, pero muy agradecido, especialmente mi familia que fue la que más sufrió, porque yo estaba inconsciente y no me dada cuenta de nada.
Tengo tanto que agradecer a mis hermanos cursillistas, que lo único que les pido y a Dios también, que muchas pero muchas personas puedan vivir cursillo, porque a todos de una u de otra forma nos cambió la vida. Ya no sufrimos como antes, ya no nos ahogamos en una vasito de agua. Vemos la vida de otra manera, aprendemos a encontrarse significado a las palabras de Cristo en nuestras vidas, ya no ofendemos a las personas, aprendemos de tantos Santos que nos hacen reflexionar antes de responder: “Si, grita grita con Amor”, “Si callas Calla con Amor” y “si corrige corrige con Amor”.
Actualmente, sigo apoyando a cursillo desde otra perspectiva, ya como medio pollo de la vocalía de centro, hay que darle apoyo a los nuevos para que cursillo se siga moviendo, y siempre atrasito con mi retaguardia orante.
Estimado Enrique Anguita Marchant, creo que he cumplido con tu petición lo mejor que pude y espero que puedas dar las gracias a todos mis hermanos cursillistas de la diócesis de Rancagua, que estuvieron conmigo y con mi familia, en este último tiempo.
Bendiciones a todos mis hermanos de Colores.
Shalom.
Samuel Fierro Venegas
08-09-2017.
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