La reunión de grupo
37. Para todos los que estudiaron
algo de la historia del MCC, es evidente que el Movimiento nació de un grupo.
Fue el grupo que engendró al Movimiento y no el Movimiento que creó a los
grupos. Hasta 1949, como lo hemos visto antes, los participantes a los cursillos
conservaban entre ellos, después de su experiencia, contactos amigables,
frecuentes e intensos, que no estaban sometidos a ninguna especie de
estructura. Y para Eduardo, eso era lo esencial del postcursillo.
38. Desde Enero de 1949, la
aceleración histórica de los cursillos exigió de los fundadores reflexionar
sobre un nuevo modo de postcursillo para los candidatos que no entraban en la
AC. Se elaboró poco a poco el método de la reunión de grupo a partir de un
hecho más bien ordinario. Cierto Lunes, Eduardo se encontraba en uno de los
cafés de la Plaza Mayor de Palma
y escuchaba a los jóvenes que le rodeaban. Todos contaban con mucho entusiasmo
su fin de semana, las aventuras que habían tenido con muchachas...«que no eran
precisamente sus hermanas», agregaba Eduardo maliciosamente. Esa fue la chispa
que le impuso a realizar con sus compañeros, un intercambio igual, espontáneo y
entusiasta, pero sobre cosas más serias. Así empezó la experiencia de la
reunión de grupo: un compartir semanal entre amigos, sobre sus contactos con
Dios, su búsqueda espiritual y su actividad apostólica.
39. No sin problemas se implantó
este nuevo método. Se temía, en efecto, favorecer una dirección espiritual
colectiva en detrimento de la dirección individual de un sacerdote, que
privilegiaba la AC para todos sus miembros. Sin embargo, si Eduardo defendía
los grupos a toda costa, era porque estaba convencido, y como él, Don Sebastián
Gayá, de que el compartir la amistad en grupos era una necesidad vital del ser
cristiano.
40. Finalmente, Don Capó se sumó a
la idea, y después, el obispo hizo otro tanto. (Algunos años más tarde se
publicará un libro escrito por Don Capó alabando la reunión de
grupo... con las mismas palabras de Bonnín). Y al final del año 1949, la
asamblea anual incorporaba la reunión de
grupo como elemento específico y esencial del método de los Cursillos.
Nunca más sería puesta en duda, y es por ello que las nuevas IFMCC le consagran
tantos números (en el capítulo 7, # 466 à 496). Bonnín creía tanto en su
eficacia que un día pudo afirmar que «nadie debería intervenir en el Movimiento
si no pertenecía a una reunión de grupo». En ese momento, Eduardo elaboró el
esquema del rollo que había titulado: «Seguro total: la reunión de
grupo», que se sustituyó en alguna parte (feliz o lamentablemente) por el
4o día, mientras que en España, se le dió el nombre más exacto de
«Comunidad: reunión de grupo y Ultreya».
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