mi
hijo mayor tiene una enfermedad: insuficiencia renal crónica, con 17
años se está dializando, de éso ya dos años y medio. Nunca
hablamos de un donante aunque mi mujer intentaba, buscaba, oraba.
Pero mi hijo tan joven tiene que seguir viviendo. Tiene un profundo
cambio de vida por cuatro horas diarias y en tres veces a la semana
debe estar amarrado a una máquina que le ayuda a seguir con
nosotros. Lo miro, si hasta me sorprendo Dios mío lo encuentro que
se hizo más viejo.
En
la familia lo teníamos en oración y observación y me decidí a
ver mis posibilidades, que podía ofrecerle, ayudarle, la posibilidad
de hacer algo más. Me decidí- le donaré mi riñón, nuestro cabro
se lo merece. Tengo, debo recuperar el tiempo perdido, y todo lo que
se hace por amor tiene mayor valor-me doy ánimo.
Cuántas veces hemos
meditado en que “ustedes están muy tranquilos y yo en breve yo no
estaré”...se cierran muchas puertas pero a Dios gracias, se habre
una ventana; la vida es breve. Nunca imaginamos que nos puede deparar nuestro quinto día, que es todo el resto de la vida.
Han
pasado varios años, la vida sigue. Estamos más unidos que antes y
sólo debo dar gracias al Señor por todo. Ahora hasta somos hermanos
en Cristo ya que los dos somos “de colores”
hermanos,
nunca hay que perder la esperanza.
VICTOR
BOZO
No hay comentarios:
Publicar un comentario