miércoles, 18 de septiembre de 2013

50 años-* mi hermano Samuel **33

Queridos amigos y hermanos, al comienzo al conocerlo- la verdad que me inquietó su nombre bíblico: Samuel, este hombre, serio, alto, inquieto, con presencia. Me imaginé al Patrón de los Cursillos: San Pablo- quien al comienzo atacaba y después, converso, sigue para siempre al Señor.






Rigurosamente, como cada semana, nos juntábamos los integrantes de nuestro grupo “Juan Pablo, mensajero de la Paz”, intentando revisar este barómetro semanal del trípode, las novedades del estudio- aparte de los textos, también los diarios, los ambientes, las personas, la piedad, con este convencimiento de ser vivo integrante de este cuerpo místico, la riqueza perenne de “vitamina R”, tan necesaria y requerida en este cuatro día; y la acción: en la casa, la oficina, el taller y la calle…

Llegamos a la casa de Osvaldo y María y nos encontramos con sus visitantes: Samuel y familia. Con naturalidad saludos y abrazos pero disimuladamente observo la cara de la otra visita. Su cara lo dice todo: desagrado……..”Ya aparecieron estos canutos” parece decir sin duda.

-¡Quédate Samuel! Vamos a compartir la lectura bíblica y después un pequeño tecito para conversar, lo invita con cordialidad el dueño de casa.

-nó, tengo mucho que hacer- y empezamos a escuchar un sinnúmero de encargos y obligaciones descubiertas en dos minutos: tengo que llevar el auto al mecánico, sacar unas fotocopias a la Rossana, alcanzar a la farmacia para unos remedios antes que me cierren. La maravilla es que las “chivas siempre son novedosas”. Y allí partían, respirando por “haberse sacado de encima estos tipos, que se creían alegres, incuso felices pero de verdad, a mí no me tincan.

El dueño de casa, con su habitual suavidad y cariño, nos pide rogar por este amigo que tiene invitado a vivir un cursillo, pero que no muestra ni el menor entusiasmo-tampoco ganas de descubrir algo nuevo y bueno.


Y allí empezamos, poco a poco y en cada encuentro, sabiendo que quien la sigue la consigue….casi siempre. El tiempo, como es normal, sigue su curso inexorable, sin detenerse y nosotros continuamos con el petitorio habitual sin decaer, a pesar de las negativas.

Igual, en el íntertanto, vamos conociéndolo mejor: es un dirigente sindical, sin “pelos en la lengua”, quien dice al pan -pan…, dedicado, entusiasta, franco, leal, trabajador; hasta que -el Señor no más sabe- dio el sí! -de la noche a la mañana- para gran sorpresa y alegría nuestra. Demoró apenas... diez largos años, de peticiones, esperanzas y oraciones. Y aquí “me cayó la teja”, que habría sucedido Señor si nos hubiéramos cabreado al primer año, de pedir por Samuel, o si - “hubiéramos tirado la esponja en el año 9- nos indica claramente que nunca hay que desfallecer, que cada prospecto tiene su tiempo, que siempre hay que confiar y que nunca perder la esperanza.

Jesús- al igual que a todos nosotros-lo deslumbró: “a este Señor sí hay que servir, un señor que no muere y que nos ama- a pesar de todas nuestras fallas y limitaciones".

Así contento y enamorado, volcó todo su ser en el trabajo apostólico del secretariado, trabajando en todas las vocalías y equipos, llegando- al igual que Polito-nuestro hermano que hoy vive su quinto día, ser el matrimonio presidente del MCC Rancagua, junto a Nilda, su compañera y esposa.
Hoy, sigue entregando su servicio; su entrega la realiza en la Vocalía de Centros y en Piedad, entendiendo-mejor que nadie- de la tremenda importancia y fuerza que tiene la oración- que todo, todo lo puede (aunque pasen años de espera).



Por esto, ¡cómo no recordar a San Pablo a través de este amigo?-

Apasionado, vehemente, el ardor, la fuerza, la creatividad, la perseverancia y el aliento de las comunidades que atendía.

“SOMOS DEL SEÑOR” ROM 14, 7-9

“Ninguno vive para sí, ninguno muere para sí.
Si vivimos, vivimos para el Señor;
Si morimos, morimos para el Señor;
En la vida y en la muerte somos del Señor,
Para eso murió Cristo y resucitó:
Para ser Señor de muertos y vivos”


“Anunciar la buena noticia no es para mí motivo de orgullo, sino una obligación a la que no puedo renunciar.


¡Ay de mí si no anuncio la Buena Noticia!1 Cor 9,16

Gracias Señor por aprender en mis hermanos nuevas historias.

Caqui, Rancagua



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