Para mi siempre este santo tuvo una especial connotación y cercanía. Mi colegio llevaba su nombre "Liceo San José de Requínoa" de los padres “Josefinos” de Murialdo. Un hombre muy especial: prudente, sencillo, trabajador y de oración.
No hizo nada extraordinario pero… me gustó cuando lo tildaron o llamaron como “un hombre justo”, agregaron un “santo del silencio”, no hacer grandes cosas sino lo que corresponde hacer, también un ejemplo de constancia, confianza y persistencia, agrego muy contento también de ternura y de oración profunda, un hombre sencillo que supo acatar por fe, todo lo que venía adelante. Obediente como nadie, por todo esto logró ser el Padre Adoptivo y formar la Sagrada Familia: "Jesús, José y María, os doy el corazón y el alma mía" (cuántas veces repetimos con gusto esta jaculatoria en mis años de niño).
San José confió-con todo aún cuando sería imposible- y cuantas veces a nosotros nos cuesta demasiado hacerlo. Que aprendamos de su entrega, amor y fe.
por ¡SAN JOSÉ QUE ASÍ SEA!
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