domingo, 1 de marzo de 2015
-* CECILIA: “Me falta perseverancia, es verdad”/ 92
De sorpresa fue para mi la invitación, ya que el grupo se juntaba en casa de mi padrino y la tía Juana, participaba con los cursillistas de Requínoa. Me gustaban y los veía cercanos y entusiasmados, muy preocupados uno del otro, tenían un “no sé qué” que no sabía explicar. La señora Aida muy entusiasmada los reunía de una u otra forma.
Cuando me invitaron a participar, lo encontré como algo natural, los entendía y sabía la rica espiritualidad que había en ellos.
Allí me quedó grabada una señora que conocí: la Estrella y me preguntaba que podría decir yo si me llamaban al azar y contar mi vida, ¿qué podría contarles?-.gracias a Miriam, la compañera de pieza y que trabajaba en el Hospital Regional me sentí acompañada y apoyada….si hasta me prestó el “guatero” en esos fríos días de invierno. (es que era muy helado en San Francisco de Mostazal - aunque yo sentía un calorcito muy rico aquí en el pecho).
Pienso siempre en mi hermana que pudiera vivir esta rica experiencia, uno pide y pide no más y se olvida que también debo agradecer y orar mucho más.
Me ayudó el cursillo cuando desapareció mi hermano Juan, era como si lo hubiera tragado la tierra. Comprendí allí a tanta gente que nunca supieron de sus seres queridos. ¿dónde estás Juan?, ¿dónde?- él salió un lunes desde Los Boldos se dirigía a Pelequén a pagar su manda por Santa Rosa en el mes de Agosto y no lo vimos nunca más. Fueron tres meses perdidos de dolor y muchas dudas hasta que alguien familiar lo descubrió en un diario, estaba en el Servicio Médico Legal a punto de recibir esta orden de cremación, como “ene ene”, gracias a la buena Madre Santísima pudimos darle cristiana sepultura. Ahora me doy cuenta que a quien jamás podré perder a Jesús, el gran amigo.
Soy poco perseverante. Mi gran problema. Cuesta tanto, me dicen: “chis….vas a la misa a puro golpearte el pecho”, por lo que intento mostrar el buen testimonio. Les cuento que la sufro harto con esta artritis reumatoídea y los dias helados son para mí fatales. Ofrecércelo al Señor no más para colaborar en algo en esta misión permanente.
Vivir el cursillo es buenísimo, de verdad -conocer al Señor no tiene precio. Todos deberían descubrirlo y llenar la vida de su gracia.
Con empeño sé que debo seguir, con ánimo, con decisión, por ello es que te invoco Dios mío para que me ayudes a continuar por el camino de santiadad, encuentros y fe.
un abrazo a todos mis hermanos
CECILIA- Requínoa
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