“ A la edad de veinticinco años “descubrí “ a Dios.
Y desde entonces –hace ya veinte años de esto- no he cesado de encontrar un gozo que se renueva cada día, una fuerza y una felicidad que renacen sin cesar en medio de esta gran certeza: Dios existe, esto es cierto; Dios existe y me ama. Sin embargo, veo a mi alrededor a la inmensa mayoría de mis compañeros de trabajo o de barrio que dudan de la existencia de ese Dios.
¿Puedo esperar que llegaré algún día a hacerles compartir mi seguridad y mi dicha?
“La verdadera búsqueda de Dios se parece a la actitud de un hombre que, después de haberse sentado, escucha. Y cuando se recibe a alguno, hay que empezar por sentarse y escuchar.
“Sentarse y escuchar no supone dimisión ni pereza…Para saber el secreto de un amigo, yo no tengo más que un medio, que es el de escucharle”
Felipe Hernández Franco
“un minuto para ti”
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