En el prólogo de la nueva versión alemana de “YouCat”, el Papa
Francisco nos cuenta su íntima relación que tiene con su antigua Biblia, este es el prólogo escrito por el Papa:

Mis queridos jóvenes amigos,
Si alguna vez ven mi Biblia, quizás no les impresione mucho: ¿Qué
esta es la Biblia del Papa? ¡Un viejo libro deteriorado! Me pueden
ofrecer una nueva, una que valga mil dólares, pero no la cambiaría. Yo
amo profundamente mi vieja Biblia, que me ha acompañado la mitad de mi
vida. Ella ha visto mis mayores alegrías y se ha mojado con mis
lágrimas. Es mi tesoro más precioso. Vivo de ella y por nada del mundo
querría separarme de ella.
Esta Biblia de jóvenes que acaban de lanzar me gusta mucho. Es tan
colorida, tan rica en testimonios, en testimonios de santos, en
testimonios de jóvenes, y dan ganas de seguir leyéndola hasta la última
página. Pero, ¿y después? Después la escondes. Desaparece en una
estantería, tras la tercera fila de libros. Se llena de polvo. Y un día
tus hijos irán a venderla en un mercado de pulgas. ¡No, esto no debe
pasar!
Quiero decirles algo: Hoy hay más cristianos perseguidos que en los
primeros tiempos de la Iglesia. ¿Y por qué son perseguidos? Ellos son
perseguidos porque llevan una cruz y dan testimonio de Jesús. Son
juzgados porque tienen una Biblia. La Biblia es un libro muy peligroso.
Tan peligroso que en muchos países se comportan como si tener una Biblia
fuera lo mismo que almacenar granadas de mano en el armario.
Fue un no-cristiano, Mahatma Gandhi, quien una vez dijo: “Ustedes,
los cristianos, tienen en sus manos un libro que contiene suficiente
dinamita para hacer estallar en pedazos a toda la civilización, para
virar el mundo al revés y traer paz a este mundo devastado por la
guerra. Pero ustedes lo tratan como si fuera sólo de una pieza de
literatura y nada más”.
¿Qué tienen en sus manos? ¿Una pieza de literatura? ¿Un par de
hermosas historias antiguas? En ese caso, es necesario que le digan a
los cristianos que se dejan encarcelar a causa de su Biblia: “¡Pero son
estúpidos! No es más que un poco de literatura”. No, es por la Palabra
de Dios que la Luz ha entrado al mundo y nunca se va a apagar.
En Evangelii Gaudium (175), dije: “Nosotros no buscamos a tientas ni
necesitamos esperar que Dios nos dirija la palabra, porque realmente
«Dios ha hablado, ya no es el gran desconocido sino que se ha mostrado».
Acojamos el sublime tesoro de la Palabra revelada”.
Tienen algo divino entre las manos: ¡un libro ardiente como las
llamas! Un libro en el que Dios nos habla. Así que entiendan esto: La
Biblia no está ahí para ser puesta en una estantería; está ahí para que
la tomen en sus manos y la lean a menudo, todos los días, solos o en
grupo. Ustedes hacen deporte juntos y salen de compra juntos. ¿Por qué
no leen la Biblia juntos, dos, tres o cuatro? Afuera, en la naturaleza,
en el bosque, en la playa, por la noche a la luz de las velas: ¡va a ser
una gran experiencia! ¿Tienes miedo de hacer el ridículo con una
propuesta así?
¡Lee atentamente! ¡No te quedes en la superficie como si leyeras un
cómic! ¡La Palabra de Dios nunca se trata superficialmente! Pregúntate a
ti mismo: ¿Qué le dice esto a mi corazón? ¿Qué me dice Dios a través de
estas palabras? ¿Me tocan en lo profundo de mis aspiraciones? ¿Qué debo
hacer a cambio? Sólo de esta manera la fuerza de la Palabra de Dios
puede tomar toda su dimensión. Sólo así nuestra vida puede cambiar,
puede hacerse grande y hermosa.
Quiero decirles que yo leo mi vieja Biblia a menudo. La tomo aquí, la
leo un poco allá, después la dejo y me dejo mirar por el Señor. No soy
yo quien le miro, es Él quien me mira a mí. Sí, Él está ahí. Yo le dejo
poner sus ojos sobre mí. Y siento—sin sentimentalismo—, siento
profundamente las cosas que el Señor me dice.
A veces Él no habla. Entonces yo no siento nada, sólo vacío, vacío,
vacío… Pero permanezco paciente y espero. Leo y rezo. Rezo sentado
porque me hace mal arrodillarme. A veces incluso me duermo rezando. Pero
eso no es importante. Soy como un hijo con su Padre, eso es lo
importante.
¿Quieren darme una alegría? ¡Lean la Biblia!
Papa Francisco
Mis queridos jóvenes amigos,
Si alguna vez ven mi Biblia, quizás no les impresione mucho: ¿Qué
esta es la Biblia del Papa? ¡Un viejo libro deteriorado! Me pueden
ofrecer una nueva, una que valga mil dólares, pero no la cambiaría. Yo
amo profundamente mi vieja Biblia, que me ha acompañado la mitad de mi
vida. Ella ha visto mis mayores alegrías y se ha mojado con mis
lágrimas. Es mi tesoro más precioso. Vivo de ella y por nada del mundo
querría separarme de ella.
Esta Biblia de jóvenes que acaban de lanzar me gusta mucho. Es tan
colorida, tan rica en testimonios, en testimonios de santos, en
testimonios de jóvenes, y dan ganas de seguir leyéndola hasta la última
página. Pero, ¿y después? Después la escondes. Desaparece en una
estantería, tras la tercera fila de libros. Se llena de polvo. Y un día
tus hijos irán a venderla en un mercado de pulgas. ¡No, esto no debe
pasar!
Quiero decirles algo: Hoy hay más cristianos perseguidos que en los
primeros tiempos de la Iglesia. ¿Y por qué son perseguidos? Ellos son
perseguidos porque llevan una cruz y dan testimonio de Jesús. Son
juzgados porque tienen una Biblia. La Biblia es un libro muy peligroso.
Tan peligroso que en muchos países se comportan como si tener una Biblia
fuera lo mismo que almacenar granadas de mano en el armario.
Fue un no-cristiano, Mahatma Gandhi, quien una vez dijo: “Ustedes,
los cristianos, tienen en sus manos un libro que contiene suficiente
dinamita para hacer estallar en pedazos a toda la civilización, para
virar el mundo al revés y traer paz a este mundo devastado por la
guerra. Pero ustedes lo tratan como si fuera sólo de una pieza de
literatura y nada más”.
¿Qué tienen en sus manos? ¿Una pieza de literatura? ¿Un par de
hermosas historias antiguas? En ese caso, es necesario que le digan a
los cristianos que se dejan encarcelar a causa de su Biblia: “¡Pero son
estúpidos! No es más que un poco de literatura”. No, es por la Palabra
de Dios que la Luz ha entrado al mundo y nunca se va a apagar.
En Evangelii Gaudium (175), dije: “Nosotros no buscamos a tientas ni
necesitamos esperar que Dios nos dirija la palabra, porque realmente
«Dios ha hablado, ya no es el gran desconocido sino que se ha mostrado».
Acojamos el sublime tesoro de la Palabra revelada”.
Tienen algo divino entre las manos: ¡un libro ardiente como las
llamas! Un libro en el que Dios nos habla. Así que entiendan esto: La
Biblia no está ahí para ser puesta en una estantería; está ahí para que
la tomen en sus manos y la lean a menudo, todos los días, solos o en
grupo. Ustedes hacen deporte juntos y salen de compra juntos. ¿Por qué
no leen la Biblia juntos, dos, tres o cuatro? Afuera, en la naturaleza,
en el bosque, en la playa, por la noche a la luz de las velas: ¡va a ser
una gran experiencia! ¿Tienes miedo de hacer el ridículo con una
propuesta así?
¡Lee atentamente! ¡No te quedes en la superficie como si leyeras un
cómic! ¡La Palabra de Dios nunca se trata superficialmente! Pregúntate a
ti mismo: ¿Qué le dice esto a mi corazón? ¿Qué me dice Dios a través de
estas palabras? ¿Me tocan en lo profundo de mis aspiraciones? ¿Qué debo
hacer a cambio? Sólo de esta manera la fuerza de la Palabra de Dios
puede tomar toda su dimensión. Sólo así nuestra vida puede cambiar,
puede hacerse grande y hermosa.
Quiero decirles que yo leo mi vieja Biblia a menudo. La tomo aquí, la
leo un poco allá, después la dejo y me dejo mirar por el Señor. No soy
yo quien le miro, es Él quien me mira a mí. Sí, Él está ahí. Yo le dejo
poner sus ojos sobre mí. Y siento—sin sentimentalismo—, siento
profundamente las cosas que el Señor me dice.
A veces Él no habla. Entonces yo no siento nada, sólo vacío, vacío,
vacío… Pero permanezco paciente y espero. Leo y rezo. Rezo sentado
porque me hace mal arrodillarme. A veces incluso me duermo rezando. Pero
eso no es importante. Soy como un hijo con su Padre, eso es lo
importante.
¿Quieren darme una alegría? ¡Lean la Biblia!
Papa Francisco