martes, 5 de febrero de 2013

50 AÑOS MCC EN CHILE-** mi amigo Juanito -47

"LOS CRISTIANOS TENEMOS QUE ESTAR EN EL MUNDO Y NO EN EL CIELO. EN TODO CASO ESTAMOS PARA HACER EN EL MUNDO EL CIELO POSIBLE".
Eduardo Bonnín
Fotografía Caqui- Atardecer en la Carretera El Cobre, Rancagua-Chile

Tenemos muy claro que no todo el mundo debería vivir un cursillo pero sí que casi todos debieran tener esta linda oportunidad, quedaría intranquilo si no invitara a varios que trabajan conmigo, que necesitan “ése algo especial”. Una maravilla que debía compartir, no era sólo para mí.
Es lo que me sucedió con Juan, con quien trabajé mucho tiempo, muchas veces juntos “codo a codo”.
Cada vez que podía le pasaba “el aviso” para que fuera a conocer la maravilla que tuve la gracia de hacer tiempo atrás en Santiago. Pero, difícil- no había sintonía, nunca ocurría su decisión.
Tengo muy claro aquel día de verano que salía de un encuentro en la histórica Iglesia de La Merced en Rancagua, una actividad que nos reunía para aprender y perseverar: la escuela del MCC. Se quedó mirandome y riendo me dijo como siempre “ya andai canuteando otra vez”!.
-Claro amigo mío, siempre hay que aprender algo nuevo, y que bueno encontrarte ahora, fíjate que la próxima actividad-de la que tanto te he hablado “éso de vivir un cursillo de cristiandad” comienza en breve. Que tal si ahora tu.....
siguió sonriendo y continuó con la eterna negativa, eso no, eso no es para mí. Pero, como sabes, siempre te he dicho que te producirá una rica oportunidad para ser mejor, mejor padre, mejor hijo,mejor esposo, abuelo, hasta mejor trabajador. Es un mejoramiento integral que te llenará de alegría- te lo dice tu amigo no un ferretero.
Seguimos con tira y encoge cuando ya no quedaban argumentos por ambos lados me mira fijamente y me toca el hombro con una petición curiosa: “¿sabes? -déjame vivir mi vida.....más adelante iré....no ahora sino que iré cuando esté viejito”.....
Se alejó por calle Cuevas a San Martín dejándome profundamente costernado ¡ncómodo no tuve la palabra clave en mis labios, cómo no pude contagiar mi alegría! Y recordé la frase de Eduardo Bonnín “soy un aprendiz de cristiano, nada más”. Me sentí derrotado pero de verdad ¿qué podía hacer? Ya que “a la fuerza no es cariño”.
Pasaron los años. Muchos. Nos separamos de oficina y de pronto coincidimos en una reunión de trabajo. Le ví llegar en su nuevo coche,
contento, jovial- le había ido bien-se notaba. Como ése día yo andaba “de infantería”, quise pedirle que al finalizar me llevara a Rancagua. La reunión se prolongó hasta la tarde. De pronto lo perdí de vista. Dijeron que tenía un dolor en un brazo y alguien de la localidad lo llevó al Hospital- más valía prevenir que curar y continuamos con los temas. Termina el encuentro y en la despedida preguntan por el amigo ausente-nada se sabe- una llamada por celular y llega la noticia- “vengan! -hay problemas”- todos juntos nos fuimos al centro asistencial.
Fué un ataque- paro cardiorespiratorio-complicaciones-derivado urgente al Hospital Regional. En la tensa y prolongada espera un médico amigo nos informa coloquialmente; “nada que hacer, tiene lamentablemente muerte cerebral-estado vegetal. Terrible el diagnóstico pero era todo, es difícil que te digan “nada que hacer”. Vienen clínicas, deudas, tristezas, muchas preocupaciones y más oraciones. Llega a su casa después de meses, en realidad la ciencia médica no tiene respuestas. Los vamos a visitar y no hay ni la mínima conexión,nos refugiamos con lo que nos gusta: orar; rezamos el rosario junto a él- al empezar, duerme de inmedaito como un lirón, al terminar el Amén- abre los ojos. Es todo. Sólo pedir por él y su familia. Pasan 8 años en este estado.
Que difícil tu testimonio amigo Juanito. Dios, en su infinita misericordia haya premiado tu complicada existencia. Por mi parte, en cada ocasión que hay un cursillo te tendré presente en mis cuitas con el Patrón. Gracias Señor por haberme llamado a vivir este encuentro contigo, mis hermanos y conmigo mismo. Soy un agradecito eterno.
A algunos les llega el regalo a comienzos- otros al medio- o en el otoño de la vida, a otros parece que nunca. Que insondable misterio Señor.

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