jueves, 1 de octubre de 2020

San Vicente Ferrer "La fe del carbonero"

 

 

 

 


 Siempre recuerdo el ejemplo que escuchaba de "la fe del carbonero". Se me hace presente en un hermano de cursillos que fue a vivir su experiencia y se encontró con el querido Padre Mario Sanguinetti (qepd) y profundamente conmovido por sus palabras motivó al nuevo cursillista correr al "limpiar la pantalla" y mirar mejor los colores que comenzaban. Muy a pecho tenía en cuenta que debía confesar la lista de faltas de varios años y lo hizo en un extenso horario que sobrepasó las 02,00 de la noche. Contento se retiró a su habitación,  quedó una duda, había olvidado contar algo. Volvió de nuevo y al no encontrar al sacerdote se puso a golpear la ventana de su dormitorio. Asustado pregunta ¿qué pasa, quién es?- ¡soy yo padrecito que me olvidé de una cosa y quedé preocupado, por favor escucheme!. Pero hombre, deja dormir, mira la hora; no te preocupes, Dios te perdona con su inmensa Misericordia. Buenas noches y duerme tranquilo.- Su historia me quedó grabada en el disco duro y por eso ahora recuerdo su historia: Samuel, tremendo dirigente de muchos años. Dios te bendiga hermano. 

 

Estaba predicando san Vicente Ferrer en la isla de Mallorca, en España y había entre el auditorio un pobre carbonero que, terminado el sermón, fue a buscar al santo y le dijo:

"Padre Vicente, yo soy muy corto al hablar y no sé rezarle a Dios más que una oración".

-¿Cuál?, le preguntó el santo.

-Ésta: Oh Dios mío, ¡ojalá que siempre te hubiera yo ofendido y nunca te hubiera amado!

-Te equivocas, le dijo el santo.

Debes decir así: Oh, Dios mío, ¡ojalá que siempre te hubiera yo amado y nunca te hubiera ofendido!

Se fue el carbonero y trataba de rezar la oración como le había enseñado el santo. Pero cada vez que empezaba a rezar se armaba un lío con las palabras y no recordaba cómo era la oración.

Quiso volver a hablar con el santo, pero le dijeron que acababa de subir al barco y el barco estaba a punto de zarpar. Corrió al puerto con la esperanza de alcanzarlo. Pero cuando llegó el barco ya iba lejos y él, dando gritos: Padre Vicente, padre Vicente, siguió corriendo, mar adentro, caminando sobre las aguas. Llegando cerca del barco le hizo señas al santo que lo escuchara y le gritó: "Padre Vicente, repítame por favor, la oración porque con esto de 'amar' y de 'ofender' se me hace todo un enredo".

Y el santo, viéndolo caminar sobre las aguas, le dijo: "Hijo mío, rézala como quieras. Puesto que si tienes fe suficiente para andar sobre las aguas, es señal de que tu oración le agrada a Dios".

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