Había
vivido mi cursillo primario allá por el año 1974 en Santiago, por
esos años Rancagua tenía solamente un pre-secretariado, todo era
más difícil y, había vivido como todos ustedes momentos de muchas
alegrías, sorpresas y novedades.
Con
mucho cariño, sabíamos que había que trabajar para tener la
oportunidad de que algún día se pudieran hacer los cursillos en
casa, había que conseguir el Secretariado Diocesano para poder
lograrlo. La estrategia, fue lograr que un grupo de hermanos viajara
a la capital, a preparar la primera camada de dirigentes. Aparte de
la ayuda amorosa de los hermanos de Santiago, también el cariñoso
aporte de Viña, Valparaíso y Chillán, que vivían y compartían de
verdad el sueño de los rancaguinos empezar a despegar. El Padre
Renato era pues en estas labores un gran puntal y aporte junto al
padre Heriberto Becquer- cariñosamente llamado“el Hilton cien”
Una
de estas alegrías fue conocerle. Me gustó la cercanía que tenía
con la gente, típico cura de mi pueblo, la canción de Nicanor
Molinare. Tenía siempre preparada la invitación:” vayan a verme a
Guacarhue, a conocer la zona y ver otros cursillistas”.
De
repente me encontré con unos días de feriado en Requínoa, allí
aproveché de ir por tres días (suena conocido este espacio de
tiempo) a compartir y a conocerlo mejor.
Me
recibió con su cariño habitual y alegría que era tradicional.
Contento de que podíamos conversar de todo, conocer la casona
típicamente colonial: la hermosa Iglesia centenaria, los corredores,
las parras, las enredaderas, las enormes tinajas de greda, las tejas.
También
pude compartir su trabajo, viéndole pastorear a sus ovejas, también
descubriendo su enorme comedor, sus antiguos muebles, y la larga
lista de fotografías familiares que iluminaban todas sus paredes y
eran apreciadas por todos los que entraban a su casa.
Gozaba
una especial predilección de argumentar las fotografías:
-“Esta
es mi madre, mira que estampa de la doña, acá está mi padre –mira
la pinta-ellos se casaron muy enamorados, acá la casa de
Cartagena-hermosa! ahí al frente de la playa grande, acá estamos
con mis hermanos sacerdotes, acá el resto de la familia, mis
hermanos, mis sobrinos; habían recuerdos de sus feligreses de
amistades, y seguía tan entusiasmado que uno gozaba la alegría de
las cosas simples de la vida.
Fíjate,
contaba a modo de compartir una cuita íntima ….” que a mi padre
lo enviaron a trabajar fuera de la capital, allí le hizo una promesa
muy especial: “Mijita, si usted baja esos kilitos que tiene y
vuelve a ser la maravilla de la que me enamoré, le compro una casa
en el balneario top de Cartagena”
Era
indudablemente un reto para su esposa, así que comenzaron las
prolongadas y productivas caminatas a casa de toda la familia
repartidas en la capital y, lo increíble sucedió: ambos cumplieron
y así muchos de nosotros-insospechadamente- conocimos esta enorme
casa testimonio del amor de sus padres.
Allí
en Guacarhue era, por lo que ví, llenarse de simpleza, puro campo;
el cerro, el cementerio, el fundo, también recorrer su casa tenía
algo especial. Recuerdo su escritorio, alguna foto familiar y siempre
preparando una carta para sus amigos. Algunos libros. Pero todo
sencillo, simple, con espíritu de pobre realmente. En estos tiempos
que escuchamos muy a menudo “no tengo que ponerme” me trae
recuerdo su raída y remendada sotana, podía observar, sin mucho
esfuerzo el 7 que se formaba al unir los pedazos rajados.
No
se preocupaba del dinero, a pesar de proceder de una buena cuna-como
siempre decían, pero lo que tenía, lo compartía. Aquellos días
que tuve la suerte de conocerlo en forma más íntima equivale a
decir que recibí un verdadero premio, situación que tenía una
razón que en aquel momento no lo descubrí en toda la esencia, sino
ahora que no lo tenemos con nosotros.
Era
bueno para contar chistes, reír y tocar guitarra, le encantaba
también cantar a dúo con la Elcira Montti-esta artista que tanto
queremos con la canción floklórica de “la cachucha”, que tanto
le agraciábamos.(“la cachuchá de mi maire, es más grande que la
mía...”)
Recuerdo,
en la última ultreya que hicimos en su casa en Cartagena,
correspondió la de navidad, fue- como siempre uno de los artistas de
los cuadros que producimos: “descubrir el verdadero sentido de la
navidad”, terminando con la eucaristía y compartiendo su comedor.
Un día de encuentros, de un “paseo de Emaús” por la playa, de
convivencia y testimonios, todo increíblemente hermoso e
inolvidable.
Cuando
subimos-en la tarde- al bus del regreso él nos acompañó
conversando y cantando y “como que no quería bajarse….” - y
con unos ojitos raros nos preguntaba....¿cuándo volverán? Nos
decía como un niño que espera con alegría el próximo encuentro
con alguien muy querido.
En
otra oportunidad lo pasamos a saludar a Cartagena en una época de
verano y en la puerta me invitó: haz llegado justo, en el momento
propicio, vamos celebrar la eucaristía de este primer viernes, así
que te toca leer el salmo.-Encantado padre Renato!
Por
esas cosas que el Señor no más sabe, tomo la lectura y sorprendido
con voz trémula empiezo….salmo 91” el que habita al amparo
del altísimo”…….terminando con unas lágrimas.,- Me mira y
pregunta ¿qué te sucedió quico? Ahhh padre, era el salmo preferido
de mi padre……..de su amigo que tanto quiso y que siempre lo
recuerda por compartir el humor y la esperanza.hoy me recuerdan su
partida a su quinto dia.
Tenía
una sensibilidad que sabia hacértelo sentir: ahh tu padre, nuestro
hermano, sí me hacía reír con su testimonio de su padrastro,
recordaba cuando contaba el vino “corazón de bandido” que al
beberlo daban ganas de matar al mundo.
Con
los años llegué a trabajar a la oficina de Quinta de Tilcoco.
Atendíamos público hasta las dos de la tarde pero a las cuatro
aparecía mi buen cura golpeando la puerta; “ Quico, ayúdame,
tengo problemas en mi cuenta corriente”. Claro padre, pase y
veamos. Revisábamos, conversábamos, compartíamos.
Mis
colegas me decían “este cura está loco”, cree que le están
robando, ya es tercera vez que da orden de no pago por cheques. Yo lo
miraba, me sorprendía nuevamente y “lo escaneaba viendo su mente
buena, su estilo peculiar, su figura habitual”, no no está loco,
es un simple y sencillo cura de pueblo no más.
Pero
con esta investigación dolorosamente descubrí que así era, tantos
que lo visitaban, que iban a ver televisión, que se juntaban a algún
tipo de actividades, lamentablemente “se iban por dentro”, le
sacaban un documento y lo cobraban haciéndole la firma; esto nunca
lo conté, sé que a él no le hubiera gustado….en el fondo era
solo plata, me habría dicho de seguro.
Así
lo recuerdo con cariño: “Cura bonachón. Pastor, austero. Humilde,
acogedor, auténtico, pobre, simple, risueño. Astuto, creativo,
enamorado de Jesús. Un recuerdo inolvidable de “mil batallas
compartidas”
Le
gustaban los cursillos de cristiandad, le llenaba el método,” es
una rica y buena instancia de evangelizar”, decía.
Siempre
quiso que sus hermanos presbíteros conocieran lo que era un
cursillo, una fábrica de voluntades para la comunidad: llenar de
evangelio los ambientes y de acción las comunidades. Pero fueron muy
pocos los que se entusiasmaron. No hay tiempo.
Me
gustaba cuando empezaba a precursillar. Lo hacía con ganas, con
entusiasmo,¡ con todo!. Era mostrar algo muy preciado y que tu
podías participar y descubrir, aquí, al alcance de tu mano.
Una
vez que tenía al candidato, lo seguía hasta embarcarlo en el
cursillo;
“
el José anda
allá en el fondo del potrero….decía la esposa, no creo que pueda
ir padre”- allí partía mi buen cura, con su camioneta, lo
perseguía hasta el fin- los arreaba como fuera, si hasta por eso lo
amaban.
Dejaba
a las 99 almas guardadas y buscaba a la que estaba perdida, era
perseverante como nadie.
Esto
rescato hoy- en su recuerdo- su tenacidad para invitar a vivir
cursillo, cuando nosotros estamos “con palos al águila para llevar
a cabo los cuatro cursillos en el año”
Necesitamos
entonces que logremos entender que ya no está nuestro Padre
Renato en las clausuras, donde contaba su historia del cursillista
que había llegado al cielo y era devuelto urgentemente-”por culpa
de unas viejas....
Pero
su recuerdo será el mejor aliciente para “comprometerse más”,
también para entregarse más, también para orar más, para invertir
más en rodillas y en trabajo. Mucho aprendimos de su
generosidad y entrega.
Querido
Padre Renato-Jorge-Capuchino-Cursillista: feliz quinto día! Descansa
en paz……¡de colores!
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