miércoles, 17 de julio de 2024

Hasta pronto "Don David"

 


Así era: caballero, alegre con las cosas simples, cercano, amable, sencillo...querendón.


 Juan David Toncio González "Don David", como la mayoría lo llamaba, de familia humilde, oriundo de la Villa del Cóbil, Rengo, solía recordar su infancia junto a su madre, que partió cuando él era aún pequeño; su padre, sus diez hermanos y su madrastra.

Casado con Lía Camilla Urzúa, con quien tuvo cuatro hijos: David, Patricia, Verónica y la menor "la Yoyita", quien se convirtió en su mano derecha, y lo cuidó con cariño y esmero hasta el último día. 

Alto, con un andar de paso firme, de fácil saludo, siempre ceremonioso y jovial, tenía el don de ser: Doctor, Enfermero, Arsenalero, Paramédico, Matrón y Agricultor. Trabaja en el Hospital de Rengo, cuando recibió la invitación de don Luis Granela, para hacerse cargo de la "Posta de Totihue", donde estaría sólo cinco años.

En aquél entonces , se correría la voz por Totihue, La Turbina, Pimpinela, Los Boldos, Bellavista, Los Castaños, San Isidro, Lo de Lobos; de este practicante que atendía en la Posta y en domicilios, sin importar la hora, ni la complejidad del caso, siempre con su inagotable vocación de ayudar. Solía contarnos que llegó atender ¡¡veintiún partos!!  A muchos de quienes nos han acompañado ayer y hoy, probablemente él, Don David, hizo su táctica mágica para poner inyecciones; donde nos preparábamos para sentir el dolor del "pinchazo" con la aguja, pero sólo recibíamos una palmada. Era así como ni notábamos que don David, ya había hecho su trabajo. No sé ustedes, pero yo, jamás he vuelto a ver algo igual. Prácticamente sesenta y cinco años pasaron desde que llegó a atenderles en la Posta de Totihue, donde crió vacas y cultivó la tierra.

Siempre creí que tenía "manos verdes", ya que todo lo que plantaba, se daba bien.

Era habitual los domingos, oirlo reír a carcajadas con los episodios de "Cantinflas" o "el Chavo del 8", que cuando se  despidiera de sus nietos, nos tendiera la mano con un billete oculto entre sus dedos.

Le encantaba leer el diario "Las últimas noticias", era compra obligada cada vez que iba al pueblo. Allí sentado al sol o en un lugar cálido, pasaba la tarde leyendo.

Querido Tata, espero que se esté reencontrando con todas esas personas que recordaba con tanto cariño, con la "Mita", sus hijos que ya partieron, hermanos, padres. Que en el cielo esté en un lugar "macanudo" y les pueda contar de nuevo esas historias que nos gustaba tanto escuchar: "la del gallo y los tres saltos, la del hombre de negro con dientes de oro montando un caballo" que la Mita nunca creyó; ésa lucecita que aparecía en su parcela y que usted tapaba con la mano, y para mí, la emocionante de todas: "la llegada de la penicilina al Hospital".

Gracias por todas las enseñanzas, el cariño y el amor a la tierra, a las viñas, al vino. Esas vendimias donde me pedía recolectar los "pampanitos" con su balde de aluminio.

Gracias diosito porque tuvo la partida que siempre quiso: en su casa, en su cama, sin un dolor, junto a su hija...!que bonita muerte!, como usted decía. Nunca olvidaré la frase que siempre decía cuando le cuidábamos: "los cuidados del sacristán, mataron al señor cura".

Gracias por ésa última partida de dominó, con un "pencazo" de Martini   que jugamos hace solo unas noches atrás, por ése besito en la mano cada vez que nos despedíamos, por encontrarnos "buenas mozas" hasta en nuestros peores momentos.

Hasta pronto "Don David".

Besitos al cielo.

Catalina Bravo Toncio (nieta)

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