MARCELO JORGE EDWING ROSAS SEGOVIA
El resultado de un apostolado
Sentí que Dios me golpeó muy duro; era lo que decía allá por los años ochenta, me había ido de mi tierra hermosa a vivir el “sueño americano” buscando un futuro mejor para la familia. Recuerdo que era el año 83 y estábamos de paseo en las cataratas del Niágara cuando mi esposa me cuenta muy seria “tengo un problema”, aparte de la diabetes hay una complicación muy grave lamentablemente: “cancer al colon”.
Pese a todos los adelantos que hay, ella fallece el 26 de febrero del 85 dejándome con dos niños pequeños.
Tenía mi pequeño negocio-una “picantería” ( restaurant ecuatoriano pequeño) donde trabajaba dia y noche para sacar adelante mi gente y mi vida; pero muchas veces me encerraba en el baño con los dos pequeños a llorar.
Allí justo aparece una verdadera ángel, una persona que nos puede apoyar y ayudar (y bueno, uno piensa mal- cuando no está en el camino), con franqueza le digo que por los grandes gastos no puedo pagarle pero Carmen García sin dudarlo dice que es su apostolado al tender una mano al necesitado, sorprendido no me queda más que agregarle “que Dios le pague no más”. Con el tiempo llegaré a comprender que es alguien que vivió un Cursillo de Cristiandad y el porqué me está ayudando sin ningún interés.
Este compartir diario va produciendo, cimentando una amistad, pero verdadera, sincera y tan útil para nosotros; así pasan algunos meses y un día me cuenta:
-Marcelo, viene en breve la oportunidad de un cursillo de hombres en Brooklyn, N.Y, le sugiero que aproveche y asista. Nunca se va a arrepentir. Por mi experiencia le cuento que es lo mejor que he hecho en mi vida.
-¿Por que me dice esto?
- Vaya y verá, vívalo, le hará muy bien para toda la vida; por los niños y el negocio no se preocupe yo le apoyo con todo, asista confiado, tranquilo.
- Preocupado e inquieto llego al encuentro, hay bastante gente, veo un cura que curiosamente nos indica a todo el grupo:
- “vamos ya dispuesto y decididos y los que no se atrevan ….están las puertas abiertas” (justo mi maleta estaba en el cuarto y bueno simplemente me quedé). En la noche fueron muchas las lágrimas recordando la partida de mi mujer , me sentía solo, no tengo a nadie; me sentía profundamente desdichado, tenía de verdad una protesta personal con Dios (¡no me abandones, por favor!) y seguí en el cursillo golpe tras golpe hasta que me derrumbé en el Santísimo y....lo dije ¡todo! Pero con un agregado muy - nuevo.....¡cuánto te amo Señor! Ayúdame en esta soledad -le abrí enteramente mi corazón y de apoco entendí de a poco que ahora ya no estaba solo, que su amor era más fuerte. Pensaba quizás, como antes anhelé, ahora puedo hacerme sacerdote pero, si tienes hijos que cuidar aún esa era mi responsabilidad, bueno Señor, si tu me das una mujer, me casaría....(en pedir no hay engaño).
Para que contar, nunca imaginé la parte final, la iglesia estaba abarrotada con seiscientas personas recibía abrazos y más me decían de corazón “Cristo te ama” Dios está contigo y cantaban :Cristo te ama de verdad. Muchas lágrimas hacían limpiar mi vida, mis pecado, todo, me solté y lloré....solo....pero la sorpresa llegaron mis dos hijitos que me abrazaron y me dijeron: Papy, no estás solo estas con nosotros y me entregaron unas flores rojas.
Hermanos, Cursillos me hizo vivir, comprendí que no estoy solo. Mis penas fueron cambiando y mis heridas sanadas. Tengo la obligación contar que mi vida ha cambiado con esta extraordinaria vivencia. Recomiendo a todas las personas que tengan esta hermosa oportunidad que no pierdan tiempo y con decisión y valentía no se pierdan esto yan hermoso para toda la vida.
Como ha sido extenso mi historia, he dejado una segunda parte en proceso.Cuando uno se enamora del Señor podría contarlo mil veces. todas con alegría y agradecimientos.
Un cariñoso abrazo para todos mis hermanos de Ecuador y el resto del mundo.
con sincero aprecio
MARCELO