-Nunca se cansen de invitar...... * 91- Luisa.



 Mi cursillo lo vivÍ el año 1995 en Rancagua y lo más grande que puedo contar es que me regaló la oportunidad de conocer a Cristo (yo pensaba, creía que lo hacía muy bien pero, me faltaba mucho).
Al “wachi”, mi marido, lo invitó Orlando Tonelli, un viejo entusiasta cursillista un poco conocido por nuestras actividades. Yo no lo ubicaba, menos a Sonia su mujer. La verdad que la invitación de ése año 1994 cayó en el vacío pues él esgrimió sorpresivamente una “chiva del trabajo” y se corrió olímpicamente. Miedo- a lo desconocido imagino- tenía que haber sentido.
Nunca imaginó que Orlando volvió a la carga con “pilas nuevecitas” y por insistencia y cansancio, de verdad, tuvo que ir a este encuentro en la segunda oportunidad. Me confidenciaba después   “no debería hacer el chamullo de rechazarlo….todo esto es muy hermoso. Me perdí un año de esta experiencia  y que bueno que ahora también a tí te tocará tu oportunidad. Es que estoy convencida que el Señor llama cuando Él quiere y no hay más.
Gracias a mi cursillo empezamos juntos a trabajar en la comunidad cristiana, teníamos de alguna forma corresponder al inmenso amor recibido de nuestro Señor, sabemos que siempre está presente entre nosotros. Así que trabajamos en catequesis, animación, caridad fraterna.
Todo este contacto y trabajo nos ayudó tremendamente cuando nos llegó la enfermedad; mi esposo muy complicado y esta actividad parroquial como que  nos ikuminó, tanto así que en menos de un mes nos preparó para enfrentar este tremendo mal del cáncer al pulmón. Vimos el tremendo amor y bondad de todos los que nos amaban y sentimos su oración y compañía en la comunidad y en los hermanos.

No me queda más que recomendar a todos los que tienen la gracia de esta invitación aprovecharla. Es un regalo muy hermoso que podemos recibir en esta vida. No vas a encontrar otra instancia tan directa y tan amorosa.
Les cuento que mi vida anteriormente, reconozco, era bastante “polvorita”, estallaba por cualquier cosa aprendí poco a poco, lento pero seguro que debía mejorar, ser más paciente, más cristiana.
En casa y en el trabajo me decían….¿qué le pasó?, mamá, ¡está cambiada!. Se terminó la rezongona cascarrabia, el  mal genio, la seriedad; es que tenemos que mejorar cada día, pues ya no somos los mismos de antes.
Cursillo me ha dato ¡tanto! Aunque no estamos participando en las etapas de perseverancia; el grupo está “cargado a los años”, hay nietos que atender y otras preocupaciones pero, no fallamos en la Parroquia de El Carmen, como otros hermanos cursillistas, para agradecerle al Señor su bondad, amor y alegría para con nosotros.
Recuerdo pedir por nuestros curitas de la Orden de la Madre de Dios: el padre Alejandro, el padre Miguel-que están en Santiago y el padre Oscar (mañana quizás el padre Javier…buena interrogante que dejamos en la historia.
Sabemos que el Señor está siempre presente. No podemos fallarle.

“de colores”, con mucho cariño a toda mi comunidad y los demás

LUISA YAÑEZ

Comentarios