Seguimos siendo afortunados, que duda cabe, compartiendo los afectos y los recuerdos de la niñez, riendo y compartiendo la necesidad de juntarnos abrazarnos y querernos. Ayer, en el covid, rezando a la distancia por nuestras necesidades de la familia y ahora juntos cara a cara, juntándonos una vez más.
Ella sí fué nuestra mentora: la mamita dedicada preocupada, enseñando y corrigiendo siempre para que sean un buenos hijos, buenos cristianos y ciudadanos; también nuestro padre con su sapiencia, elocución y buen humor.
Gracias por una nueva fiesta del Niño. El momento que rescatamos la fe, preciosa sorpresa, queremos prolongar la alegría y el reconocimiento del regalo cotidiano es sin duda, una magnífica ocasión para volver a sentirnos como niños, aunque ahora tenemos una importante e instransferible misión con la Buena Noticia: llevarla a todo lugar, sembrando con alegría y esperanzas, tirando las redes una vez más.
Que el niño de Belén nos infunda una vez más el gusto por lo sencillo, la simplicidad de la mirada de un pequeño que pide tan sólo el cariño de sus padres y hermanos, ternura familiar y mucho amor.
Felicidades en familia. Unidos y compartiendo esta noticia, la más grande de la historia...
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